martes, 4 de noviembre de 2008

Comentario Roberto Cantillán

“Modernidad y ambivalencia” (Zigmunt Bauman).
En el capitulo leído Bauman se refiere a la ambivalencia, como “la posibilidad de referir un objeto o suceso a mas de una categoría”.
Sin duda el lenguaje irrumpe como necesidad ante el caos de la naturaleza y la necesidad de esquematizar e integrar a nuestra lógica esta naturaleza incontrolable y salvaje.
El origen de nuestro conocimiento que pretende falazmente conocer la verdad, nace de las intrínsecas relaciones de poder que manifiestamente se ponen en juego en la naturaleza misma, y las convenciones y arbitrariedades que surgen de este lenguaje necesario ante la necesidad de preservación, ante la necesidad de vivir en sociedad.
Las verdades que dominan el mundo y conocimiento son las que legitiman el lenguaje mismo de una sociedad determinada y las que dominan a la otras, en este sentido y ante la constante inseguridad nuestro lenguaje, que es el que condiciona nuestra interacción y comprensión del entorno es casi siempre vulgar, ya que la necesidad de comunicación es urgente, y tendemos a reducir nuestra cotidianidad y cultura, haciendo de la diversidad y diferencia, tan humana como natural, algo muy lejano en la actual modernidad y su cosmovisión del mundo.
(Este análisis puedo hacerlo luego de leer el capitulo de Bauman y comprarlo con lecturas que generalmente pueden ser llamadas postmodernas. Me pareció acertado hacerlo para también tratar de asociar el análisis de bauman y las críticas a la modernidad).
La clasificación que se intenta hacer por medio del lenguaje para la comprensión de nuestro espacio natural, según bauman, tiene la finalidad de prevenir la ambivalencia.
La modernidad en este sentido puede intentar reducir la ambivalencia, solo reducirla, ya que la ambivalencia es algo que se da en el intento mismo de reducir la diferencia, de reducir el caos que nos rodea, a categorías, por medio del lenguaje,
La modernidad y el lenguaje son la expresión misma de la necesidad de orden, de comunicación, de seguridad, de confianza y expectativas, ya que nuestro vida transcurre linealmente, con miradas hacían el pasado y el futuro, se vive en la mentira, mentiras que nacen de metáforas por las que conocemos la realidad, y en base esa lógica de conocimiento se nos olvida el presente, la inmediatez, la experiencia, y eso mismo es lo que hace la tecnología en al modernidad, ya que su fin es privarnos de la experiencia, de la sensación., en resumen cosificar el mundo.
Siguiendo lo anterior el orden mismo y la ambivalencia, así como la mentira y la verdad, tienen un mismo origen, el interés que hay detrás. En este sentido el interés que hay detrás de la modernidad de combatir el caos es la genera la misma ambivalencia, al sustentarse su validez en convenciones y arbitrariedades.
Los problemas hermenéuticos nacen de la misma ambivalencia, los conflictos territoriales por ejemplo son producto del poco entendimiento entre las personas; (la confusión), de la vulgar y sencilla comprensión que tenemos unos de otros, de la casi nula empatia que tienen por ejemplo las culturas “oficiales” de las diferencias que nos caracterizan.
En este sentido la ambivalencia y el orden. El miedo al caos y la cosificación del mundo para hacer de este un mundo reducido y unido, son productos de la misma modernidad, del miedo al caos y a la naturaleza, se podría decir de las mismas predisposiciones naturales de nuestra existencia.

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